¿Sodálite? Identidad marianista

El último acápite del “libro azul” de la SCV muestra la identidad original del sodálite, dentro de los parámetros de la espiritualidad marianista de Chaminade, no de la espiritualidad de Figari. En el primero —Chaminade— se reconoce un don del Espíritu Santo que suscita un carisma nuevo para la Iglesia de su tiempo; mientras que en Figari no hay vestigios que testimonien la realidad espiritual de una inspiración o moción del Espíritu Santo.

La historia de Figari es la historia de una persona “especial” en cuanto a lo que ya hemos notado en otros escritos, como, por ejemplo, alguien que practicaba —porque creía en ellos— actos de esoterismo de origen oriental budista mas no cristiano; alguien que además no se mostraba en la comunidad —en la que lo vi cotidianamente por 18 años— como una persona piadosa ni que fuera a Misa diaria, ni siquiera que hiciera uso de un lenguaje propio de un religioso —por lo menos hasta el año 2000 su lenguaje era obsceno y grosero al punto de llamar mucho la atención en un hombre supuestamente culto y educado —menos aún en alguien entrado en religión—.

Su obsesión con la higiene y la esterilización de las cosas con las cuales tenía contacto era muy llamativa. Joroco tenía que usar alcohol permanentemente para tener las manos libres de gérmenes y virus —especialmente el del SIDA—.

Sin embargo, ¿cuál era el “paradigma” del sodálite en los años 70, cuando Figari no era una persona significativa en la comprensión de la espiritualidad marianista que se vivía en la SCV?

Convertirse en miembro de la SODALITIUM es consecuencia de una disponibilidad personal para consagrarse a María como medio para lograr una más plena encarnación de Jesucristo. Esa vocación particular lleva a la SODALITIUM a buscar, por amor, la instauración de todo en Cristo, bajo la guía de la Santísima Virgen María. En ello, su disciplina y su espiritualidad van facilitando un afianzamiento de la fe, la humildad, la confianza: la unión con Jesús y María. El sodálite se ve necesariamente movido a convertirse en un activo combatiente de la Salvación, que, a través del amor y la humildad, su asuidad en frecuentar los sacramentos y en cumplir los deberes de estado, su permanente ejercicio en la presencia de Dios, y la unión cristiana, testimonia ante los demás el liberador sentido de encarnar a Cristo bajo la dirección de María.

Este era el ideario de la SCV donde resalta el carisma mariano – cristocétrico —propio de los marianistas—. Así como el elemento de transformar la realidad de acuerdo a los valores cristianos. También resalta el carácter militante que Chaminade imprime a los marianistas, los cuales nacen en una coyuntura de persecución para la Iglesia Católica en Francia. En general mucho de lo dicho en este texto se asemeja con el numeral 15 de las Constituciones del SCV:

15 Los medios de que se vale el Sodalitium para alcanzar sus fines son aquellos que responden al espíritu evangélico y a la fidelidad a la Iglesia.
Entre ellos, merecen especial consideración:
— la fidelidad a las promesas del Bautismo y de la Confirmación, en las que encuentra fundamento el compromiso de plena disponibilidad al apostolado;
— el amor filial a la Madre, que a través del proceso de amorización conduce a recuperar la plena semejanza con el Señor Jesús, Hijo de Santa María;
— la consagración a María, que sella una alianza con Ella, en la que se pone de relieve la vocación de cooperación apostólica en su misión de Madre Espiritual: formar en la fe a los hermanos de su Primogénito;
— la vida comunitaria, que ayuda a vivir la vida cristiana hasta la medida de Cristo y a realizar la misión apostólica;
— la Dirección de San Pedro, en la que el peregrinar apostólico, fundado en la fe, encuentra orientación y estímulo para que, desde su interior, el sodálite responda coherentemente al llamado a la acción apostólica y solidaria;
[…]
— la reverente y consciente participación en la celebración de la Eucaristía, sacramento del Amor y centro de toda vida cristiana, en la que el sodálite se ve fortalecido viendo renovada su participación en el misterio pascual, y donde aprende a ofrecerse a sí mismo, se educa en el espíritu fraterno y comunitario, y comprende mejor el sentido de los trabajos apostólicos;
— el culto a Cristo Sacramentado, la adoración eucarística y el coloquio personal con Él a través de la práctica de la visita al Santísimo constituyen momentos sumamente especiales en la veneración y adhesión al Señor Jesús, así como a su Designio Divino…

El proceso de amorización es una de las categorías de las cuales Figari reclama originalidad; sin embargo, habría que reconocer que es una categoría que usa el controvertido teólogo Theilard de Chardin cuando trata de explicar el proceso de la evolución.

La Dirección de San Pedro (DSP), sobre la cual Figari nunca llega a realizar una sistematización o profundización clara, siendo esta DSP fundamental para la vida espiritual del SCV. El Sistema de Virtudes hacer parte de esta DSP —la cual encuentra su fundamento en la segunda carta de San Pedro— es desarrollada por Chaminade y sus discípulos —ellos sí se dedicaron a profundizar en la espiritualidad marianista—. El gran obstáculo para que alguien profundice realmente en la llamada “espiritualidad sodálite” fue el mismo Figari que no daba pautas para el estudio ni lo alentaba, sino que lo reservaba para él mismo, salvo la excepción de algunos pocos escogidos —no por su inteligencia ni por formación académica— en mérito a la fidelidad al “fundador”.

El apartamiento obligado de Figari del SCV pone a la institución en otro serio problema, pues no tiene una sistematización ni profundización de su “espiritualidad” y pasan por un momento en que tratan de despreciar cuanto tenga el sello de Figari , por lo cual, si quitaran su influencia, no quedaría nada de propiamente “sodálite” sino tan solo la esencia marianista, manipulada y trastocada por el autoproclamado “fundador” del SCV.

¿Quién podría asumir tal estudio y purificación del “pensamiento sodálite”? ¿Cómo le llamarían a lo que queda? ¿Sería el carisma fundacional lo que quedaría? El SCV está en una situación muy complicada en cuanto a lo que debe marcar la pauta de la vida y obras de los sodálites para cumplir el “Plan de Dios”. Los textos oficiales que quedan Las Pautas para la Vida Fraterna —de las cuales trataremos en otra ocasión— y las Constituciones tienen absoluta dependencia de Figari y Godoko, cuyas obras forman parte del “índex”.

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