Oatata, de nobles ancestros, es recordado por sus víctimas como un ser despiadado capaz de herirte hasta vulnerar tus entrañas con una sola palabra. Este personaje se oculta tras la máscara de un intelectual educado y cultivado. Sin embargo, al acercarse algo más a su intimidad se descubre su verdadero rostro cruel y sádico. Sin embargo, tanto Oatata como su amigo Hodoco, a pesar de la personalidad de “psico matón”, se acobardaban ante quien los enfrentara con firmeza. Sin sus armaduras eran seres indefensos y mansos.
Más de uno fue víctima de los golpes abusivos de Oatata cuando era superior, abusando de su autoridad. Manotazos propinados por errores tan tontos como desconectar la conexión a internet de la casa.
“Motivó” a varios exsodálites a entrar en comunidad, a través de retiros en los cuales se veían películas y Oatata analizaba psicológicamente a los participantes. A uno de ellos le aseguró que tenía un don de Dios para ver el interior de los demás y profetizó que si este no discernía su vocación a la vida consagrada en el SCV se condenaría a ser una persona muy mala e infeliz. Este hecho —atemorizante— fue decisivo para que este joven hiciera su promesa de aspirante y empezara a formar parte del SCV.
Oatata era muy iracundo y maltrataba a todos, especialmente a colombianos y brasileros con gritos desaforados. Se pasaba muchas horas del día viendo películas y con él se organizó una gran videoteca en las comunidades de San Bartolo que permitiera saciar su desordenado gusto por el séptimo arte y promoverlo entre los “formandos”. Obviamente, se trató de una colección “pirata” de películas y libros. Él ya practicaba la piratería desde las épocas en que vivía en la comunidad Santa María de la Evangelización —popularmente conocida como “CP de San Borja”—, distribuyendo los libros de la “lista” de autores recomendados a agrupados y sodálites.
Este personaje fue un gran discípulo del fundador y lo imitaba en muchas cosas, como, por ejemplo, en sus gustos particulares como la música, para lo cual era muy malo —aunque él pensara lo contrario y reconociera “con humildad” el don que tenía para componer canciones— y en lo que gastaba mucho tiempo inútilmente junto a otros sodálites. El fundador, por ejemplo, pasaba largas horas “dibujando” —si se le puede llamar así a sus garabatos— y compartiendo sus obras con los más cercanos a él como si fueran obras de arte espectaculares, por las cuales merecía alabanzas. Otro punto en común entre Oatata y el fundador era la voluminosa barriga y el desorden en el comer, signo de la vida disipada que ambos llevaban. Junto a lo cual, reinaba en ellos un desorden afectivo semejante, pues se mostraban muchas veces como un tierno osito de peluche necesitado de afecto y dadivoso en muestras de cariño, mientras que, cuando algo no estaba de acuerdo a sus caprichos, era capaz de destruir la autoestima de quien se le interpusiera en el camino.
Entre los gustos musicales de Oatata estaba Evanescence, una banda de rock con letras “existenciales” que nada tenían que ver con la música cristiana. Gusto que solo él podía consentirse, como sucedía con la comida y bebida. De vez en cuando rompía la armonía de la comunidad con sus alaridos para mostrar su autoridad sobre los demás, quienes temblaban frente a estas demostraciones de fuerza.
Buscaba sojuzgar a quienes tenían la voluntad más fuerte a través de castigos durísimos y que parecían imposibles de cumplir, incluso para un sambartolino que, se suponía, era capaz de todo. Su afán por imponerse frente a los demás era tal que incluso en la dirección espiritual, luego de desnudar el interior de la persona, imponía su propia opinión sobre el juicio personal que pudiera brotar de la introspección.
No es difícil imaginar el daño que este personaje le hizo a quienes pasaron un tiempo en la comunidad de San Bartolo en la que él vivía, la mejor casa, Nuestra Señora del Mar, así como en aquellos que vivían en otras casas de formación pero que estaban bajo su mando. ¿Cómo sanar las heridas profundas que produce un ser de esta naturaleza en jóvenes frágiles que empiezan a vivir la vida de adultos? ¿Qué ejemplo se aprende así? ¿Es este el “estilo” o la “disciplina” sodálite?