Lofodo es un discípulo cercano a Figari que hoy pertenece a la casta sagrada y a quien se le acusa de haberse acercado sospechosamente a más de un niño, lo cual se debe estar investigando. Hace algunos años atrás él pasó algunos meses cerca del fundador para empaparse de su ideología y poder trasmitirla luego con fidelidad. Muy persuasivo y con facilidad de palabra, autosuficiente y, sobre todo, muy intimista, Lofodo es de las personas que al aproximarse al otro no oculta su interés, sino que lo expresa con las palabras y el lenguaje corporal de manera muy elocuente, al punto que es capaz de hacerte sentir único en el universo y particularmente valioso para él. Su manejo de las emociones es muy pobre y estas lo desbordan, lo que se manifiesta en lo afectivo que puede ser con algunas personas.
Viaja con frecuencia y siempre su trabajo ha involucrado a niños o jóvenes. Aprendió desde joven el arte de encantar y seducir a las personas en quienes se enfocaba, convenciéndolas con un poder muy grande de la necesidad de responder a la vocación que, gracias al “don” común entre el fundador y sus discípulos, era vista por él con claridad en el alma del otro. Proveniente de una familia muy poderosa, siempre cuenta con los recursos necesarios para sus gustos y viajes.
Este personaje también tuvo aprendices, muchos aprendices y aconsejados. Recuerdo que en una ocasión castigó a sus aprendices a permanecer algunas horas en silencio, todos juntos en una sala, “sin pensar”, este método de tortura está diseñado para suscitar terribles escrúpulos en las mentes de las personas pues es imposible dejar de pensar, pero, ante una orden de quien tiene la autoridad suprema, se hace un esfuerzo ilimitado para “apagar” la facultad del pensamiento.
Sin embargo, aquella muestra de poder no es extraña en quienes ejercían de alguna manera el “servicio” de la autoridad en el SCV. La influencia del fundador particularmente en el estilo de ejercer la autoridad era muy clara, en especial en quienes tenían contacto con los aprendices.
Como sucede con otros discípulos que aún guardan nobleza y buenas intenciones en su corazón, Lofodo también realiza actos buenos pues es muy sensible con el sufrimiento humano; sin embargo, la obediencia y la “conciencia” de la misión pueden más y encamina su voluntad a los actos que responden a lo establecido como “Plan de Dios” para uno, para los demás y para el SCV.
Engreído y caprichoso, refleja dominio de su ser, aunque su lenguaje corporal es contradictorio porque denota honda tristeza y poco control de sus expresiones y emociones. En los últimos años de la era Figari, Lofodo fue maltratado por el maestro y parecía haber entre ellos algún oculto conflicto sin resolver, al parecer, relacionado con la obediencia. Yo fui testigo de este maltrato mientras Lofodo vivía en la Ciudad Eterna y nunca comprendí a qué se debía.
Alejado de las aulas y de su misión, este personaje se encuentra oculto en algún lugar del planeta. Espero que algún día esa tristeza de su mirada se disipe y que, aquello que probablemente le atormenta, desaparezca para que pueda gozar de la libertad.